12 mayo, 2010

Webcast UNAM: Propiedad Intelectual en la Academia 2do Foro

I. Inauguración.

Pedro Salazar (Instituto de Investigaciones Jurídicas. UNAM. México)
Kiyoshi Tsuru Alberú (Business Foftware Alliance. México)
Guadalupe Lazcano Xoxotla (Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. México)
Ignacio Ania Briseño (Dirección General de Servicios de Cómputo Académico, UNAM. México)

Duración: 20 minutos
http://podcast.unam.mx/wp-content/uploads/podcastunam2010-04-21-11111.m4v

II. Mesa I: La Propiedad Intelectual como Motor de la Innovación.

Gloria Isla del Campo (AMPPI, México)
Moises Coss Rancel (Divisional de Servicios de Información Tecnológica, IMPI. México)
Héctor Chagoya Cortés (ADIAT. México)
Alfredo Rangel (Noriega y Escobedo Abogados. México)

Duración: 1:38 hrs
http://podcast.unam.mx/wp-content/uploads/podcastunam2010-04-21-44444.m4v

III. Mesa II: Propiedad Intelectual en la Industria Digital.

Guillermo Rodríguez Abitia (DGSCA-UNAM. México)
Marco A.Morales Montes (Instituto Nacional de Derechos de Autor. México)
Ándres Rengifo (Direccion Jurídica de la Propiedad Intelectual-Microsoft. México)
Carlos Agusto Ramos Larios (AutoDesk)

Duración: 1:22:00 hrs
http://podcast.unam.mx/wp-content/uploads/podcastunam2010-04-21-33333.m4v

IV. Mesa III: Consumo y Mercado Informal en México.

Manuel Becerra Ramírez (Instituto de Investigaciónes Jurídicas, UNAM. México)
Miguel Ángel Margáin (Comité Der. de Prop. Intelectual, American Chamberm. México)
Irely Aquique Pineda (Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. México)
José Luis Flores Lepe (Procuraduría Federal del Consumidor. México)

Duración: 1:38:00 hrs
http://podcast.unam.mx/wp-content/uploads/podcastunam2010-04-21-22222.m4v

Retiran de YouTube las versiones modificadas de 'La Caída', pero...

La productora del film alemán que relata los últimos días de Adolf Hitler le solicitó al sitio de videos de Google que quite todas las ediciones subtituladas; sin embargo ya subieron a otro sitio una parodia del pedido.

NUEVA YORK (AP).- Una película alemana estrenada en 2004 sobre los últimos días de Adolf Hitler había sido adoptada para parodias en YouTube, las cuales resultaron sumamente populares, al hacer bromas sobre temas tan variados como los videojuegos de Xbox, las declaraciones del rapero Kanye West o el nuevo iPad de Apple.

Pero ahora, todo eso cesará.

Cada parodia es de la misma escena de la película "Der Untergang" (La caída): Un furioso y derrotado Hitler, interpretado por el actor suizo Bruno Ganz, espeta un discurso apasionado y colérico, al resto de su personal, refugiado con él en su búnker.

La escena toma varios significados ampliamente diferentes cuando se le colocan subtítulos en inglés o español sobre, por ejemplo, el anuncio de una nueva película de Spiderman.

Casi cualquier tema podía ser subtitulado -y lo fue-, lo cual causaba diversión a muchos espectadores, por el contraste con el intenso dramatismo de la escena, hábilmente escenificada y oportunamente editada.

Fue el video muy popular que se negaba a morir, hasta que lo hizo.

Estas producciones editadas, cargadas en YouTube, comenzaron a desaparecer del sitio. Constantin Films, la compañía propietaria de los derechos de la película, pidió que fueran retirados, y la plataforma de videos on line de Google accedió.

Martin Moszkowicz, director de cine y televisión de Constantin Films en Munich, dijo que la compañía había estado peleando durante años por violación a los derechos de autor. Organizaciones judías también se habían quejado sobre los videos, señaló.

"¿Cuándo deja de ser parodia? Es un asunto muy complicado", señaló Moszkowicz. "Así que estamos tomando un enfoque simple: retiren todos. Lo hemos estado haciendo por años. Lo importante es proteger nuestro derecho de autor. Estamos muy orgullosos de la película", agregó.

Por su parte, Abraham Foxman, director nacional de la Liga Antidifamación de los judíos, comentó que la organización estaba "complacida".

"Los encontramos ofensivos", dijo Foxman respecto a los videos. "Sentimos que trivializan no sólo el Holocausto, sino la Segunda Guerra Mundial. Hitler no es un personaje de caricatura", enfatizó.

Moszkowicz rechazó la idea de que toda la atención a las parodias de La caída, que obtuvo 5,5 millones de dólares en taquilla en Estados Unidos y fue nominada al Oscar como mejor película en lengua extranjera, hubiera ayudado a la venta de discos de la película o a elevar otros ingresos.


El efecto contrario. La organización Electronic Frontier Foundation, que promueve la defensa de los derechos del consumidor en la era digital, se expresó sobre la medida adoptada por Constantin Films y detalla los antecedentes que hubo sobre el retiro de contenidos en YouTube.
Sin embargo, las respuestas en la Red no tardaron en llegar. Un blogger subió una edición subtitulada de la película en la plataforma de videos Vimeo, basado en la decisión de la productora de retirar todas las diferentes versiones:

La última edición de La Caída, esta vez en un video cargado en Vimeo, cuyos subtítulos (en inglés) se basan en la decisión de retirar todas versiones cargadas en YouTube a pedido de la productora del film alemán.

Noticia del 22/04/2010

10 mayo, 2010

Capacitación: CIMAC (Comunicación e Información de la Mujer, AC)

CAPACITACIÓN

La misión de Comunicación e Información de la Mujer, AC (CIMAC) es promover iniciativas favorables a las causas de equidad, democracia y justicia social, así como generar una corriente de opinión pública favorable en torno a ellas, ampliar el espectro informativo y democratizar a los medios de comunicación.

Para lograr su cometido, en los últimos 21 años realizamos 350 talleres con mujeres y hombres trabajadores de los medios de comunicación en todas las entidades de la República Mexicana, Centro América, el Caribe y América del Sur, además elaboramos metodologías de exposición y capacitación especializada para sensibilizar a periodistas e incorporar la perspectiva de género en su ejercicio informativo.

Como parte de los cinco ejes programáticos de CIMAC, el área de capacitación se encarga de realizar y promover talleres, encuentros, seminarios y diplomados a periodistas y especialistas de la comunicación acerca de los derechos humanos de las mujeres a partir de la equidad, la democracia y la justicia social.

Los temas que ofrecemos son:

* Periodismo y lenguaje no sexista
* Salud sexual y reproductiva
* Deconstruyendo mitos acerca de la violencia
* Construyendo una cultura de comunicación con equidad
* Liderazgo de las mujeres
* Participación política de las mujeres
* Estrategias de Comunicación para organizaciones de la sociedad civil (OSC)
* Cómo estar en los medios sin perdernos

También elaboramos y distribuimos materiales didácticos audiovisuales para capacitación de facilitadoras y facilitadores de talleres de género.

A partir de la capacitación impulsamos la formación de redes de periodistas e informadores para documentar en los medios de comunicación la condición social de las mujeres desde la defensa de sus derechos humanos.

Contamos con un Diplomado en Periodismo y género, teórico-práctico, integrado en seis módulos, para actualizar a periodistas acerca de la manera de ejercer un periodismo de género, que haga visible la condición social de las mujeres y la difundan en los medios de comunicación donde laboren.

* Primer módulo: Historia y mujeres periodistas
* Segundo módulo: Feminismo, género y comunicación
* Tercer módulo: Lenguaje, género y periodismo
* Cuarto módulo: Subjetividad femenina y periodismo
* Quinto módulo: Marco jurídico
* Sexto módulo: Investigación periodística con perspectiva de género

Para mayor información de nuestros servicios, mandar un correo electrónico a susanae68@yahoo.com.mx o comunicarse a los teléfonos: (55)5510-0085, (55) 55 10 20 33 (55)5512-5796.

Fuente: http://www.cimac.org.mx/secciones/capacitacion.html

Revista eme-equis No. 223 - Los refugiados en México

Los perseguidos huyen y se mezclan en los ductos del tráfico y la trata de personas. Escurren en alguna ciudad que encuentran segura en Panamá, Costa Rica o México.

Hoy, en el país, existen mil 331 refugiados: desde colombianos o yugoslavos, hasta indios o haitianos.

Su condición es diferente de la de los migrantes, quienes salen en busca de una vida mejor. Los refugiados, cuyo Día Mundial se celebrará en breve, no tienen opción: huir o morir.

http://www.m-x.com.mx/xml/pdf/223/edicioncompleta.pdf

09 mayo, 2010

La música, la audiencia y otras resonancias

La música, la audiencia y otras resonancias
Alonso Arreola

Pero la mujer vestida de rojo iba al frente, mirando altaneramente, y cuando estuve a su lado vi que se pasaba la lengua por los labios, lenta y golosamente se pasaba la lengua por los labios que sonreían
“Las Ménades”, Julio Cortázar


La muerte de Michael Jackson es un buen punto de partida. A pocas semanas de acaecida seguimos consumiendo los restos del ídolo, igual que la terrible audiencia del cuento “Las Ménades”, de Julio Cortázar, aquél en donde los asistentes a un concierto pierden la cordura tras el éxito de los intérpretes para acabar devorándolos en un canibalismo de etiqueta, “aceptable”. Y es que, siempre insatisfecho –incluso de tanto contento–, el público ha dejado de saciarse con el simple hecho musical. Ya no le bastan los ritmos, los acordes, las melodías. Ha de ir por más. Ha de fijarse en las ropas, las costumbres, las enfermedades y obsesiones de quienes organizan el sonido para, algún día, establecer finalmente un juicio total en el que no quepan dudas morales, culturales o raciales (o sea, algo imposible). En tal contexto, las impresiones estéticas sirven de poco; pasan a segundo plano.

Justificando aún más el arranque de esta nota, incluirnos en ese plural que hoy acaba con quien se para en un escenario nos parece lo más justo, debido a que, de una forma u otra, todos participamos de nuevas formas de consumo en las que cambian los formatos y los medios, cambian los creadores y la tecnología, pero también cambian las audiencias. Así es. Nosotros hemos mutado y hemos determinado una relación distinta con la música y con quienes la hacen.

Para descifrar o por lo menos trazar el perfil de esta “gran audiencia” buscamos textos de análisis, no tanto a propósito del proceso comunicativo en donde el receptor B descodifica un mensaje de A, sino a propósito de la evolución de quienes compran y escuchan música. Aunque hallamos algún material, resulta desproporcionadamente reducido en comparación con los miles de ensayos y estudios de mercado que definen nichos, gustos y estrategias de negocio, como si el arte se hubiera transformado en puro objeto de entretenimiento. Otras veces hemos hablado sobre ello en estas mismas páginas. No nos repetiremos, aunque aclaramos que sí nos apoyamos en esa separación básica como premisa: el arte es en buena medida entretenimiento, pero al revés sucede contadas veces.

Jorge Velazco, músico, articulista e investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM en los años ochenta, escribió en un texto llamado “Pornografía musical” algunas líneas que exhiben –con beligerante conservadurismo– parte del problema con que todavía viven las audiencias:

El punto más álgido de todo el asunto radica en la espantosa calidad de la inmundicia musical que se sirve a los consumidores de la música de menor peso intelectual y emocional, la que se ha dado en llamar “popular”. En ese campo lo que se da al inerme pueblo es una perfecta obscenidad musical, una ramplona procacidad que ofende a cualquier espíritu sensible e insensibiliza a todo espíritu ingenuo para degenerarlo y poder seguirle vendiendo sus cancioncitas de mierda […] Algunos luchamos contra la poderosa pornografía musical. ¿Seremos los suficientes? ¿Podremos contrarrestar a ese monopolio del dinero y el mal gusto?

Investido en salvador del pueblo, este y otros críticos han dado en el clavo al reflexionar sobre las cochinadas que habitan la música popular, pero no han entendido que la audiencia en sí misma y por sus propios medios ha de avanzar sin que nadie luche por ella. Por otro lado, es innegable, la liberación de sus grandes problemas será dificultosa y tendremos que colaborar. Porque sigue sin saber cómo escuchar música, ni cómo juzgar a quienes la crean. No sabe a quiénes leer para aprender más. Olvida el pasado sin pensar en el futuro. Se hace adicta al momento orgásmico y utilitario que, aun siendo placentero, deja poca reverberación en el espíritu. Y es que, claro, hay preocupaciones mayores, como el empleo, la comida, la seguridad, etcétera.

EL OÍDO HARAGÁN

De cualquier forma, es justo decir que la audiencia se ha vuelto floja. Si bien tiene una computadora frente a sus ojos, no parece mostrarse capaz de establecer compromisos duraderos como los que hace años mantenían las grandes bandas de rock y sus fanáticos, los directores encumbrados y sus melómanos, los escritores de revistas especializadas y sus lectores. Es verdad que aprende mucho y abarca más con sólo apretar unos botones, pero, precisamente por la posibilidad de esa velocidad, averigua poco sobre temas específicos. Asunto viejo, el de esta ignorancia de la audiencia ha desencadenado otro tal vez peor, el de un oído mediocre y de actitud sumisa que no se atreve al juicio por falta de argumentos, los que tampoco abundan entre críticos. Bástenos como prueba de este cáncer las palabras de Juan Vicente Melo en “Para un retrato del melómano mexicano”, publicado en algún diario de los años sesenta:

Una vez alguien dijo que el público mexicano –o, por lo menos, el que asiste al Palacio de Bellas Artes– poseía tres cualidades fundamentales: la exigencia, el buen gusto y la cortesía. Ese mito ha sido respetado por los críticos musicales: invariablemente los señores alaban las supuestas virtudes, silencian la animación folclórica que preside los conciertos, sonríen beatíficamente con las “palmas de tango” y las “dianas”, llaman respetable a ese conglomerado informe que aplaude todo, nada silba, acepta lo que le den y no se atreve a manifestar abiertamente su tedio, su mal humor, su disgusto y hasta su rabia.

Ataque eficaz contra los críticos de aquel tiempo, es de los pocos que hemos leído contra la propia audiencia, esa masa, ese ser “intocable” contra el que nadie atenta por miedo de perder favores o consideración. Pues bien, a casi cuarenta años de distancia nos sumamos a las palabras del veracruzano para pedirle al público que se instruya y se atreva, que no se sume gratuitamente a quienes sólo buscan participar del adictivo aplauso, ese fenómeno primitivo al que Glenn Gould, mítico pianista y compositor, se refiriera así:

Se me ha brindado la oportunidad de considerar la relación del aplauso con la cultura musical y he concluido, en toda seriedad, que el paso más eficaz que hoy en día podríamos dar en nuestra cultura sería la eliminación gradual pero total de reacciones del auditorio [...] El propósito del arte no es una descarga momentánea de adrenalina, sino más bien la construcción gradual, durante toda la vida, de un estado de asombro y serenidad.

Aunque respetamos a Gould, no compartimos su deseo de una mística pasividad en la audiencia. ¿Qué sería entonces de la controversial pieza “4.33” de John Cage, creada únicamente con un gran silencio frente al piano, mismo que ha de ser “intervenido” por quienes nutren la audiencia? Como decía Melo, preferimos que haya reacciones, aunque no adulen a quien está en el tinglado. Tampoco coincidimos con Gould cuando dice: “El crítico como árbitro estético no tiene, a mi parecer, ninguna función social, ningún criterio defendible que pueda servir de base a sus juicios subjetivos.” Tal maniqueísmo acelera otro de nuestros problemas: en México carecemos de una buena crítica musical, porque la mayoría de quienes la ejercen, sobre todo en terrenos populares, no se han preparado ni como músicos ni como escuchas profesionales. Por esa razón son tan odiados.

EL SENTIDO DE LA MÚSICA

Escuchar es una palabra que viene de auscultar. Acto que muchos suponen pasivo, el de escuchar en realidad implica búsqueda y revisión. Así, como dijera Antonio Alatorre al analizar la actividad de la crítica literaria, podemos decir que “el mal crítico es el que tuerce, el que agranda o achica, el que deforma, el que traiciona”, mientras que el buen crítico “debe tener el valor de ser honrado”, partiendo de una certeza: “la crítica no es una ciencia exacta y fría”. Sin ahondar en el asunto, diremos que es esa falta de honradez la que hoy impide a la crítica impulsar a las audiencias hacia un mejor juicio de lo que ve y escucha. La herencia de no hacerlo es que el arte pierde profundidad y el entretenimiento continúa estático.

En este punto debemos disculparnos por introducir tantas citas (lo que siempre levanta sospechas justificadas). Es la pura emoción. Nuestro entusiasmo cuando nos acercamos, por ejemplo, a los estudios que analizan los procesos fisiológicos de la audición, que también deberíamos considerar al juzgar a las audiencias. Por un lado tenemos ideas como las de José M. Mondragón, quien asegura que “la música hila discursos sin pensarlos mucho, sin que el receptor o el intérprete se preocupen por un nivel semántico”, mientras que mentes como la de Umberto Eco, hace más de cuatro décadas, dejaron en claro que al estímulo musical-informativo sobreviene una crisis de significados en el oyente, quien identifica una tendencia apoyado en su propia formación cultural, para entonces encontrar una satisfacción que, finalmente, lo lleve al reestablecimiento del orden. O sea que tanto al creador como a la audiencia le importa, más de lo que imaginamos, el sentido de la música.

Es en ese proceso, en ese círculo identificado por Leonard Meyer y citado por Eco, en donde hallamos, precisamente y según creemos, el problema fundamental de las audiencias. Mientras los menos disfrutan el momento de “crisis” estética, pues lo identifican con la novedad, la sorpresa y el gozo, la gran mayoría de los escuchas pasivos, acostumbrados a la simplificación cotidiana de sus vidas, lo interpretan como un disgusto, como un atentado contra su intelecto y su capacidad de discernimiento; como un contratiempo innecesario, máxime si hay tantas músicas que no sólo no lo contienen, sino que lo evitan a como dé lugar. Pensemos en lo ocurrido con La consagración de la primavera, de Stravinsky cuando se estrenó. Fueron muchos quienes la despedazaron por no aceptar tanta sorpresa en su ignorancia.

Comparable es el asunto de los formatos y medios de reproducción. Hijos de la tecnología y las modas, han sacrificado la calidad en aras del tamaño, el diseño y la portabilidad. Los aparatos de “alta fidelidad” han dejado su lugar a los minicomponentes, el MP3 gana su batalla contra el CD y el LP regresa como artículo de lujoso esnobismo. Digamos que hasta en esto la audiencia demuestra que prefiere la bendita comodidad del iPOD a la interacción manual con discos, agujas y lectores láser. “Ya el fenómeno de la moda, tan característico de las sociedades evolucionadas –decía Alfonso Reyes– nos está diciendo que también la mudanza es un aliciente de la vida. A medida que las clases modestas alcanzan la moda, la moda deja de ser moda. La clase superior, que la creó, la sustituye entonces por otra, en un maratón desenfrenado.” En ese proceso identificamos un desapego entre la música y su origen elemental, idílico, pues incluso interpretada de manera correcta por su autor en un foro adecuado y frente a un público espléndido, queda sometida a un sin fin de factores externos –muchos de ellos verdaderas nimiedades– que van en aumento y terminan por cambiarla a nuestros ojos.

Así, si partimos de que todos tenemos un “demonio que susurra: ‘amo esto, odio aquello’ y es imposible acallarlo” (Harold Bloom), caeremos en la cuenta de que buscar sabiduría entre la abundante información será nuestro principal reto. Por ello, más allá del morbo frente a un evento como la muerte de Michael Jackson; más allá del deber de los críticos; más allá de nuestra personalidad como pueblo; más allá del estatismo y el miedo a la novedad; más allá de cómo escucha nuestro cerebro; más allá de las modas; más allá de toda fenomenología y epistemología, la música siempre seguirá produciéndose en formas y calidades diversas, intentando satisfacer el experimento estético de un artista comprometido con su curiosidad, lo mismo que llenar el bolsillo de un mercachifle del sonido. Nosotros, miembros vivos de la gran audiencia, mejoraremos nuestra apreciación con el tiempo, inevitablemente. En dicho proceso, empero, muchas obras valiosas caerán en el olvido, si la velocidad en el mejoramiento de apreciación no se empata con la velocidad de producción de músicas pasajeras que, sólo por volumen, desterrarán a otras mucho más importantes.

Ahora que, igual que pasa con el lenguaje, tampoco debemos proteger la buena música de las grandes audiencias, pues éstas al final evolucionan y dan inmortalidad al arte. Cierto es, sin embargo, que el mundo cambia inestablemente y que debemos acusar a esa misma audiencia por su falta de compromiso. Parecido a lo que pasa con el tráfico de drogas, con la trata de blancas, con el mercado de animales en peligro de extinción o con la venta de diamantes de sangre, el consumo y triunfo industrial de cierta música “de mierda”, como decía Jorge Velazco, depende en gran medida de la demanda que la maldita y fascinante audiencia tenga.

Se nos antoja, para terminar con esta colección de citas, compartir el postulado número siete del colectivo italiano MEV (Música Electrónica Viva, 1966), abocado a la improvisación de música espontánea. La clave de tal cláusula es el respeto de las partes involucradas en el hecho musical: “Sin líderes, partituras ni ninguna regla, la música estará basada en el respeto mutuo entre los músicos y en confiar uno en el otro y el público, y en la individual y total suma de todos los sonidos emitidos en el espacio de actuación.”

DOS DE PILÓN

“Este mundo técnico que en la actualidad nos rodea, no podrá transformarse jamás en un submundo de autómatas”: Fred Prieberg, en su Música de la era técnica de 1956, a propósito del nacimiento del sintetizador.

“En realidad en algunos casos hipnotizamos a la gente, y grabamos sus vidas en video”: Tom Freston, director de MYV en 2000, explicando cómo captar nuevas audiencias.

Fuente: La Jornada Semanal: La música, la audiencia y otras resonancias (09/05/2001)

Torrentes de música ligera

Torrentes de música ligera
Roberto Garza Iturbide

Digámoslo con claridad: basta con una computadora conectada a internet para tener acceso gratuito a un catálogo interminable de archivos de audio. Ahí está la preciada música que se hace en todo el mundo, sea popular, experimental, culta o folclórica, fluyendo libre en el entramado de la red global y multiplicándose como los gremlins cada vez que un internauta da clic en el botón de descarga (download).

No exagero al decir que en este preciso instante hay millones de ventajistas que están atiborrando sus computadoras de música sin pagar un peso por ella. La red es zona libre y los melómanos de la era digital aprovechan esta alegre condición para enriquecer sus colecciones sonoras. Y lo hacen desde el anonimato y con absoluta tranquilidad, por medio de los protocolos Bit Torrent, que permiten compartir archivos a través de redes de pares (Peer-To-Peer), aunque a costa de una industria discográfica merecidamente herida, misma que se esfuerza por adaptarse al cambio tecnológico, pero que aún no encuentra la manera de ganarle la batalla a la distribución gratuita de sus productos en este tipo de redes informáticas.

Es asombrosa la cantidad y variedad de archivos sonoros que circulan en las también llamadas redes de iguales. Desde catálogos interminables de música pop, con su infinidad de géneros y estilos, hasta complejas piezas académicas; desde obras destacadas del barroco y el romanticismo hasta lo más nuevo de la electrónica. Hay de todo y para todos. Es cierto cuando dicen que en internet, el que busca encuentra. Si no pregúntenle a los aficionados al porno.

Y también es cierto que en internet, no todo lo que brilla es oro. Un inconveniente mayúsculo de la descarga de música gratuita es que en su gran mayoría se trata de archivos MP3 (formato de audio digital comprimido con pérdida), que pueden sonar con cierta calidad en las bocinas de una computadora o en los audífonos de un IPOD, pero que demeritan notablemente cuando se les reproduce en un aparato casero y más si se trata de un equipo de alta fidelidad. Es como ver un video grabado con un teléfono celular en una pantalla IMAX de cine.

Pero la calidad del sonido parece ser lo menos importante en estos días. A música regalada no se le mira el formato, podría decir un yonqui anodino del MP3, uno de esos modernos entusiastas de lo gratuito que bajan tal cantidad de archivos que ni siquiera les alcanza el tiempo para escucharlos. Y es que al final de cuentas, el asunto con la música digital es acumular miles de canciones en la computadora, para luego llenar el reproductor portátil, colocarse los audífonos y dejar que suene de manera aleatoria. Hoy importa la cantidad, mas no la calidad del sonido (ya no digamos de la música).

Actualmente es tan fácil conseguir música en internet que por ello se le ha desvalorado. Me explico: si se tiene conexión de banda ancha, es posible bajar la discografía completa de Miles Davis en un par de horas. Fácil y rápido, como si la obra de un artista de la talla de Miles fuera algo tan insustancial y liviano como una presentación en Power Point. Y lo peor es que para desecharla basta un teclazo fulminante, como si de un correo electrónico no deseado se tratara. Todo Miles a la papelera de reciclaje sin el menor remordimiento de conciencia. Lo traumático del asunto es que al suprimirla no se está cometiendo un acto de vandalismo ni nada por el estilo. Sólo se eliminan los archivos del disco duro de una computadora, pero permanecen intactos en la red. En cualquier momento se les descarga de nuevo. Internet, en este sentido, es una ciberfonoteca mundial con capacidad para almacenar y preservar todo el patrimonio sonoro de la humanidad.

Los archivos digitales de audio son música inmaterializada, invisible, fantasma, sin un soporte físico que la respalde. En la pantalla de la computadora o del IPOD aparecen como una lista de títulos con algunos datos generales, pero en realidad son una serie binaria de unos y ceros, algo tan intangible y ajeno al mundo material como el alma, y a la vez tan susceptible de esfumarse de las computadoras si de pronto… ¡caput!, truena la máquina.

Los millones de cibernautas que descargan archivos de audio desde protocolos Bit Torrent no son un ejército mundial de ciberdelincuentes organizados, sino una comunidad gigantesca de melómanos que comparte libremente música en la red. Ejemplo: un jamaicano digitaliza su colección de vinilos de 12 pulgadas de reggae setentero y la sube a un Torrent para que el mundo entero la disfrute. Gracias, generoso rastaman, y que tu música fluya con absoluta libertad. Podemos decir lo mismo cuando alguien compra o le regalan un compacto y decide ponerlo a la disposición de quien lo busque en la red. Es un acto legal y altruista.

Pero, ¿qué pasa cuando un álbum empieza a circular en la red días o hasta semanas antes de su lanzamiento? Es obvio que alguien –ya sea de la disquera, un promotor o incluso un periodista o crítico– lo soltó con antelación. Aun en estos casos, cuando se sabe que la fuente original de un Torrent no pagó por la música, no se comente ningún delito si se le descarga por medio de una red de pares. Una vez que los archivos (audio, video, texto, software, etcétera) llegan a este tipo de redes para compartir, no hay manera de evitar su propagación masiva. En este caso, el único infractor es el vivales que soltó los archivos.

Algunos analistas del mercado de la música consideran que la transmisión gratuita de archivos sonoros en redes de pares, al final de cuentas, favorece la venta legal de música. Incluso la consideran como una poderosa herramienta de difusión. Tiene su lógica, pero la caída drástica en las ventas de discos compactos legítimos durante los últimos dos años hace pensar lo contrario. ¿Y para qué comprar una canción o un disco de archivos MP3 en línea si alguien te lo puede compartir gratis en un Torrent? Para no darle en la torre a los artistas. Para no acabar con la industria. Pero la verdad es que a la gran mayoría de los consumidores de música digital le valen gorro los creadores. Vaya, supongo que ni siquiera se dan cuenta del daño que provocan. Lo que quieren es hinchar sus computadoras con archivos de música ligera y desechable. Que se atasquen mientras haya lodo.

05 mayo, 2010

Revista eme-equis No. 222 - Puro empleo chatarra

"Cada que pueden y las cifras los ayudan, sobre todo si se acerca el 1 de mayo, Día del Trabajo, los funcionarios del gobierno federal presumen lo que ellos consideran avances y logros en materia laboral. Dicen que ya se crearon más puestos, que la tasa de desempleo cedió, que el IMSS registró un mayor número de mexicanos contratados.

"Lo que sus números no dicen es que, en el mejor de los casos, se trata de empleos de mala calidad en los que entre 10 y 15 millones de mexicanos laboran en condiciones de intensa exigencia, bajos ingresos y nulas garantías de que permanezcan en su puesto. Son los empleos chatarra, un fenómeno que en México experimenta una evidente expansión.

"Si la actual iniciativa de reforma laboral se aprueba, dicen los especialistas, se multiplicará todavía más el empleo precario, una de cuyas extremas expresiones será la siguiente: alguien podría ganar 14 pesos diarios si es contratado para trabajar sólo dos horas al día."

http://www.m-x.com.mx/xml/pdf/222/edicioncompleta.pdf